A Natalia
Las cosas solían ser bastante sencillas: hablábamos de todo, reíamos por nada, discutíamos por tonterías y llorábamos a solas, sin que el otro lo supiera. Luego pasaban días sin decir una palabra hasta que yo iba a tu casa con mi perfecta cara de perfecto idiota, a ofrecerte flores y a pedir disculpas (Porque siempre me sentía culpable). Me besabas en la frente, creo que por un acto de un misericordia y allí moría todo el asunto.
De todo lo que intenté cambiar para no atormentarte con mis problemas, fue ese ridículo deseo de que tú también cambiaras, lo que más daño me hizo. Y me sigue haciendo.
Próxima imagen:
![]()