Cada vez que se toca un tema similar a éste, de inmediato nos asalta el fantasma de "La Malinche", o a su equivalente dominicano: "El complejo de Guacanagarix"; y no es para menos. Parece mentira, pero entre las grandes fallas que tiene el sistema educativo latinoamericano se encuentra, al parecer, la poca o escasa identidad con la cual se nos forma. No es que sea mi deseo que nos enseñen a ser ultra nacionalista, sino más bien que se nos instruyan para que no nos sintamos inferiores a los ciudadanos de otras naciones más desarrolladas a las nuestras.
Nadie podría negar jamás que Los Estados Unidos de América, por ejemplo, así como los países de Europa, entre otros, han alcanzado mayor nivel de desarrollo que nosotros los americanos de éste lado, desde México hasta la Patagonia Argentina. Por supuesto que sí. Pero ello jamás podrá utilizarse como "pretexto" para justificar ese complejo "malinchista" o de "Guacanagarix" que todavía nos sigue afectando de manera atávica e impune, como si todavía fuéramos seres en etapa de evolución biológica, lo cual a mí, en lo particular me llena de vergüenza.
Hace pocos años, cuando se produjo el golpe de estado que derrocó al presidente hondureño, Manuel Selaya, los golpistas instruyen a su canciller para que dirigiera una alocución a Honduras y al mundo, donde explicaban, a su conveniencia, por supuesto, los pormenores de la situación que a la sazón de los hechos estaba atravesando ese país centroamericano. Y por supuesto, que no podía faltar la más asquerosa demostración de complejo de inferioridad, cuando el funcionario defacto lanzó su verborrea politiquera en idioma Inglés, en vez de hacerlo en Castellano, lengua oficial de su país. Es decir, que para éste caballero, era más importante y prioritario que en Estados Unidos se enteraran primero de la situación por la que estaba atravesando Honduras, que sus propios compatriotas. Entonces, lógicamente, para un ciudadano hondureño "de a pie" poder entender lo que aquel canciller defacto estaba diciendo, tendría que hurgar, quién sabe dónde, la traducción de aquella famosa alocución. Luego, me pregunto: ¿cómo no sentir vergüenza de tal actitud?
Otro problema pertinente para analizar con profundidad y responsabilidad, tiene mucho que ver con el llamado nacionalismo. En Los Estados Unidos de América existe la creencia que sólo ellos tienen derecho pleno a ser nacionalistas; incluso, no titubean en demostrarlo si así lo ameritan las circunstancias, como por ejemplo, a raíz de los sucesos del 2001, cuando son derribadas las Torres Gemelas de Manhattan, en el World Trade Center. No fueron pocos los videos que eran transmitidos en todos los medios de comunicaciones de esta poderosa nación septentrional, en los cuales aparecían jóvenes de diferentes edades, vociferando consignas nacionalistas a favor de su país, y en contra de aquellos a quienes se acusaba de tal agresión. Y por si fuera poco, más aún fueron notorias las declaraciones de la dirigencia política derechista de América Latina, quienes ahora exhibían un extraño nacionalimo "prestado" en favor de Estados Unidos, donde ellos se sentían "ciudadanos estadounidenses" y con igual o más ímpetu se unían a aquellas consignas nacionalistas.
Ahora bien, quiero quede bien claro, que jamás estuve ni estaré de acuerdo con aquella acción criminal del 11 de Septiembre del 2001, que costó la vida a miles de personas inocentes, independientemente de quiénes hayan sido los responsables. E igualmente, reconozco el derecho pleno que tienen los ciudadanos de Estados Unidos al sentirse preocupados y lastimado por tal acción. Pero también quiero enfatizar que nosotros, los latinoamericanos, también tenemos ese mismo derecho, porque de igual menera tenemos una patria a la cual amamos, porque en ella nacimos. Y es, por lo tanto, más lamentable aún, la conducta esgrimida por todos aquellos que fungen como nuestros "dirigentes políticos", al sentir y expresar con mayor aprecio y apremio, un nacionalismo "prestado", en vez de sentirlo por sus propios países de origen. Todos, insisto, tenemos el mismo derecho a amar nuestros pueblos, y no única y exclusivamente los ciudadanos de las naciones más desarrolladas, incluyendo, desde luego, Los Estados Unidos de América...Todos tenemos dignidad....