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Tema: Aprender a pensar

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  1. #1
    nobody Visitante

    Norma Aprender a pensar




    ] A mi buen amigo Alexis, que tanto le gusta pensar ]




    Aprender a pensar: un problema de estrategia.





    1. Pensar sobre el propio pensamiento

    No basta aprender, no basta asimilar conocimientos ya hechos,
    alcanzados, porque los conocimientos que simplemente
    presidimos y damos por buenos, en la medida que los recibamos
    ingenuamente, quizás no sólo no nos ayuden a pensar, sino
    que suplanten incluso el pensar por nosotros mismos. Podemos entonces
    convertirnos en repetidores de lo que otros han pensado, y así
    ahorrarnos el esfuerzo de pensar, inhabilitando en nosotros la
    capacidad de pensar.

    No basta, por tanto, llegar a tener unas ideas muy críticas, llegar
    a asimilar una filosofía crítica (el marxismo, o el psicoanálisis, o a
    Nietzsche...) porque las ideas más críticas, si las repetimos
    acríticamente, se convierten en ideas dogmáticas. No basta entonces ni
    que las ideas sean muy críticas, ni siquiera que parezcan muy
    racionales porque desde el psicoanálisis a la epistemología nos hacen
    ver que detrás de enunciados que parecen muy racionales se puede estar
    disfrazando algo, se puede estar ocultando. Racionalizaciones del yo,
    de la conciencia, esconden los verdaderos problemas que hay ahí detrás
    en el inconsciente -que diría un freudiano-. La racionalización es
    hermana gemela de la racionalidad; pero es un mal uso de la
    racionalidad; tiene la apariencia de la verdad, pero es una aparente
    verdad que esconde otras más desagradables -podríamos decir-.


    2. Percepción y alucinación

    Además de la razón, el entendimiento humano no tiene un acceso
    directo al conocimiento de las cosas, con lo cual ya no sólo está
    limitado por sus propias estructuras, por sus propios engaños, por la
    posible racionalización; sino que el conocimiento humano está mediado
    por los sentidos, por la sensibilidad, por la percepción, y la
    percepción es otra fuente de posibles distorsiones. Al analizar la
    percepción -cómo funciona la vista, el olfato, el oído- el proceso de
    la percepción comparte algunos aspectos con la alucinación; es decir,
    algunas percepciones tienen un componente alucinatorio. Muchas veces
    creemos ver cosas que no hemos visto, o que la percepción dota de
    unidad a la percepción, o lo que se percibe ocurre tan rápidamente que
    automáticamente se nos dispara una interpretación de lo que hemos
    visto que puede no responder a lo que realmente ha pasado. (Esto suele
    pasar en los accidentes de tráfico, los espectadores suelen dar cada
    uno una versión diferente). La percepción siempre añade algo, añade
    una interpretación, una síntesis, un ver conjuntamente, seleccionando
    de entre probablemente decenas o centenas de miles de estímulos que se
    reciben en la retina en cada fracción de tiempo, y en todo eso surge
    una serie de traducciones hasta que efectivamente producen en nosotros
    subjetivamente -según dicen- en la corteza del cerebro, eso que
    llamamos la visión.

    El proceso de la percepción es complejo, entre el objeto, las ondas
    o determinadas frecuencias de ondas, o energía..., que refractan dicho
    objeto, y la manera como son recibidas por los terminales nerviosos
    del sujeto que unen los órganos sensoriales con el cerebro, pasando
    por toda una vasta red de codificaciones, descodificaciones, y
    traducciones sobre traducciones hasta llegar a la traducción final que
    produce la impresión subjetiva de la visión, del oído, del gusto, del
    olfato, de la intuición...; finalmente, lo que hay siempre es una
    interpretación, y es el sujeto el que la hace. Es decir, que al final
    acabamos viendo todos esos esquemas, e incluso prejuicios, que
    llevamos dentro. No percibe lo mismo un pintor, un artista plástico,
    alguien que se ha educado para captar formas y colores, que lleva toda
    la vida entrenándose para eso. Percibirá inmediatamente mucha más
    riqueza de formas y matices de color que cualquier otro del montón. No
    basta tener unos ojos sanos. Un músico percibe los sonidos de una
    forma más diferenciada que otra persona cuyo oído no ha sido educado.
    La percepción está ya marcada por esos esquemas. No es sólo un órgano
    neutro que perciba las cosas de forma objetiva, hay una selección y
    una interpretación.

    El carácter de la percepción comporta algunos componentes
    alucinatorios. La realidad por tanto no la captamos nunca directamente
    y no hay una percepción objetiva, neutra, directa de la realidad, es
    siempre el cerebro por mediación de unos órganos, que a su vez
    -podríamos decir- están controlados por el cerebro. Los sentidos son
    terminales interiores o exteriores del cerebro-espíritu humano. La
    realidad se nos representa por tanto a través de un proceso muy
    complejo, a través de unas traducciones siempre; y además esa
    representación la encajamos o la organizamos de acuerdo con nuestras
    propias estrategias de conocimiento. El acostumbrarnos a aplicar
    criterios rigurosos a aquello que percibimos, que conocemos, es decir,
    una disciplina intelectual nos hace que organicemos la experiencia o
    las informaciones que nos llegan, de un determinado modo. A otra
    persona a la que le llegue la misma información, pues no sabrá
    organizarlo o se perderá de tantas informaciones o bien las organizará
    de otra manera totalmente distinta.

    Cuando escuchamos las noticias de la radio o la televisión, ocurre
    cualquier cosa y piden una interpretación a un personaje de más a la
    derecha o más a la izquierda, la información es la misma, pero cada uno
    la recibe desde su propio esquema interpretativo y le da un sentido a veces
    completamente distinto, completamente contradictorio a la misma
    información. Esta información se vuelve significativa, se vuelve
    conocimiento que puede ser más o menos verdadero, más o menos falso,
    más o menos adecuado a lo que son las cosas mismas; aunque lo que son
    las cosas mismas no es una interpretación que alguien hace.
    Si el conocimiento está sometido a todas estas condiciones propias
    del proceso y del aparato mismo del conocer y además la cosa no para
    ahí, sino que está sometido a otras presiones que le vienen -podríamos
    decir- de fuera, del medio social y de la psicología de cada uno
    también, es decir, los factores afectivos por ejemplo no son ajenos al
    conocimiento. No ve uno en una experiencia cotidiana lo mismo cuando
    está deprimido que cuando está contento. Los problemas, las personas,
    las situaciones, las cosas, el mundo, no se ven lo mismo cuando un día
    se levanta uno radiante que cuando se levanta disgustado o depresivo.
    Las mismas cosas, las mismas personas, las mismas situaciones, los
    mismos problemas se pueden ver de manera completamente distinta sólo
    porque nuestro estado afectivo varía. Si a esto añadimos que no sólo
    existe una afectividad individual, sino que hay también estados
    afectivos que caracterizan a las comunidades humanas, entonces todas
    esas afectividades colectivas que se suelen traducir en prejuicios, en
    estados de ánimo, más bien permanecen frente a determinadas
    relaciones, frente a determinadas otras comunidades humanas, etc., la
    cosa se vuelve más problemática porque puede que esa afectividad
    colectiva afecte- y valga la redundancia- a una comunidad científica;
    y entonces aunque todos estén de acuerdo a lo mejor en determinada
    posición teórica, puede que ese acuerdo no sea más que el reflejo de
    su prejuicio compartido. Entonces, se tiene por objetivo y por sentado
    -por una comunidad científica nada menos- una opinión que puede no ser
    más que el reflejo de algo que no es verdad y al ser compartido por
    todos no se destaca. Donde uno tiene una manía los demás se dan cuenta
    si no la tienen, donde todos tienen la misma manía nadie se da cuenta
    porque es lo normal en ese grupo.

    Entonces, si en el supuesto de que una escuela filosófica o
    científica de la rama que sea comparte un mismo perjuicio, de ninguna
    manera verá que eso es un perjuicio, sino que lo verán como una verdad
    establecida. Por ejemplo, en los años 30 y en los años 50, en las
    ciencias humanas en general, y en particular en la antropología,
    domina un método que se llama particularismo histórico (una variante
    del condicionalismo) que sugiere que no es posible hacer teorías
    generales que expliquen toda la diversidad de la cultura, y que lo
    único que puede hacer la antropología científica es describir cada
    sociedad y hacer una especie de inventario o de muestrario que
    contenga los distintos tipos de sociedades. Pero cada tipo se agrupa
    en la descripción de él mismo, no se pueden seleccionar entre sí.
    Estos autores rechazan el intento de hacer una teoría general, o de
    analizar la cultura desde una teoría general, y en ese rechazo
    incluyen al materialismo histórico, por ejemplo. Rechazan el marxismo
    por su pretensión de hacer un análisis científico de la historia y de
    la evolución de las culturas; y pretenden que es más científica su
    propia posición. A principios de los años cincuenta, en los mismos
    países donde domina esa pretensión de no hacer teorías generales
    surgen algunos autores, que se llaman neoevolucionistas, que recuperan
    los principios teóricos del marxismo, sin decirlo, pero de hecho
    plantean o replantean el materialismo histórico de otra manera, bajo
    el título de materialismo cultural o evolucionismo cultural. Y ahora,
    visto desde aquí, la posición de los particularistas históricos o
    funcionalistas parece una posición puramente ideológica, y lo que
    parecía una definición teórica objetiva no es más que un prejuicio en
    contra del marxismo. Intentan una política o rechazo visceral del
    materialismo histórico.

    Cambia la tendencia, cambia el enfoque, y cuando llega el
    neoevolucionismo o materialismo cultural reivindica que la
    antropología, como cualquier otra ciencia del hombre, sólo es ciencia
    que merezca el nombre si es capaz de dar teorías generales. Se
    trataría entonces (ya que existen muchas distorsiones, unas internas
    del propio proceso del conocimiento, otras que inciden desde
    planteamientos personales o sociales o políticos) de buscar los medios
    para diferenciar entre lo que es real, entre lo que es un conocimiento
    fiable, y lo que es irreal; es decir, algo que adolece de alucinación,
    de distorsión afectiva, de subjetividad, de prejuicio... Para basar
    esa diferencia entre lo real y lo irreal, entre lo real y lo ilusorio,
    hay que comenzar desconfiando, desconfiando no sólo ya del testimonio
    que nos dan otros, sino ya desconfiando de los propios ojos ¿A pasado
    realmente lo que hemos visto, lo que nos ha parecido ver? Esto quiere
    decir que el análisis del conocimiento, de los límites en los que se
    mueve el conocimiento, debe llegar hasta el análisis de nosotros
    mismos. No se trata sólo de analizar condiciones externas, hay que
    llevar la crítica a uno mismo; y no una sola vez sino que el
    cuestionamiento de la propia subjetividad debe ser una práctica
    habitual, una especie de higiene del espíritu, de higiene intelectual.


    3. El concepto de estrategia

    Pero entonces hace falta una estrategia del conocimiento. Tanto
    para la filosofía como para la ciencia es un problema de encontrar una
    estrategia. El concepto de estrategia que explican algunos
    epistemólogos es un concepto que se puede emparentar con el más
    tradicional de método o metodología, y también se puede emparentar con
    otro más moderno que es el de paradigma (el paradigma de la ciencia o
    el paradigma de la filosofía). Pero a diferencia de estos otros, el
    concepto estrategia quiere subrayar el hecho de que no está totalmente
    definido el modo de proceder. El método parece sugerir que una vez que
    uno lo tiene (método o metodología) basta con aplicarlo correctamente
    para llegar a nuevos resultados, a nuevos conocimientos. También la
    idea de paradigma, que moviéndonos dentro de los límites de los
    principios reconocidos y de los conceptos claves autorizados dentro de
    la ciencia establecida, simplemente no saliéndonos del paradigma se
    aseguraría un buen éxito para la tarea del conocimiento. La idea de
    estrategia subraya la necesidad de producir el método o de adaptar el
    método. El que va a librar una batalla y cuenta con las fuerzas, con
    las armas y con los métodos, necesita luego -contando con todos los
    medios- diseñar su estrategia y cómo la va a aplicar. (De qué manera,
    qué objetivo se propone, cuáles son los objetivos prioritarios). Una
    vez que tiene los medios se diseña cómo abordar el problema del
    conocimiento, eso es lo que se quiere subrayar con la idea de
    estrategia. Toda estrategia supone por supuesto métodos, y tiene que
    ver con algún paradigma, pero subraya más el aspecto creativo del
    observador o del investigador.

    Para esta estrategia no bastan los testimonios o las informaciones
    o las teorías establecidas. La estrategia debe tener en cuenta que los
    testimonios, incluso de buena fe, pueden estar equivocados, incluso
    puede haber una falsedad deliberada, que los mismos documentos que
    sirven de base a la observación empírica puedan ser falsos. Esto, en
    el terreno de las ciencias históricas y sociales es algo capital.
    En los testimonios verdaderos se pueden deslizar errores y lo
    contrario.



    4. Crítica, hipercrítica, autocrítica

    Hace falta por tanto una estrategia de búsqueda de lo verdadero y
    para ello hay que aplicar la crítica a todos los testimonios. Pero la
    crítica misma no puede llevarse hasta el extremo, no puede ser
    absoluta, debe también criticarse a sí misma, porque la hipercrítica
    nos lleva al escepticismo que imposibilita seguir avanzando. La
    crítica debe tener un tope entre el escepticismo y el dogmatismo, la
    crítica debe saber actuar sin confiarse ni excederse. A través de la
    crítica, el conocimiento se ve apoyado sobre los pies.


    5. Doble prueba: empírica y lógica

    Hay un doble tipo de prueba a través del cual progresa un
    conocimiento bien fundado, una filosofía sufucientemente aceptable.
    Esta doble verificación es la empírica y la lógica. La prueba empírica
    se basa en la observación, el testimonio (cuando se trata de hechos
    pasados), y la información (hay que tener en cuenta todos los datos,
    contrastar las fuentes, verificar las informaciones pertinentes). La
    prueba lógica se refiere a la coherencia en sí misma y con los datos.
    No sólo la lógica interna, sino la contrastación de unas teorías con
    otras.

    La información es imprescindible pero insuficiente, la información
    recibe sentido sobre un sistema mental que es el que selecciona los
    datos, el que los unifica, el que los coordina, el que finalmente hace
    aparecer la explicación. Un astrónomo que piensa que la tierra es el
    centro universal y otro que es el sol; en principio tienen las mismas
    informaciones, varía el sistema mental y teórico en que se inscriben
    los datos. La coherencia interna puede ser incluso la misma en ambos
    casos. La teoría teolemática geocéntrica es tan coherente como la
    heliocéntrica, se trata de ver cual responde mejor a los hechos. No
    basta con decir esta teoría es perfectamente coherente, pues puede
    ser una perfecta racionalización. Puede incluso que haya recogido
    todos los datos disponibles, pero la forma en que relaciona los datos
    puede que no responda para nada a la forma en que los datos se
    relacionan en la realidad.


    6. Distinguir y relacionar

    Para aprender a pensar, hay que saber en que consiste
    el pensamiento, y saber sacar a la luz las reglas y principios que
    ordenan el pensamiento y que son aquellas reglas y principios que nos
    sirven para ordenar lo real. En este proceso podemos decir que hay dos
    movimientos complementarios que constituyen la base o el
    funcionamiento más simple de todo pensamiento. Se trata de distinguir
    y relacionar. Conocer en definitiva no es más que relacionar, pero
    antes, para saber relacionar hay que saber distinguir, separar unos
    objetos de otros, distinguir el entorno en donde están. Distinguir,
    pero después hay que saber unir. Distinguir unos sistemas de otros,
    pero luego unir y saber relacionar. El error puede estar entonces en
    confundir lo que debe ser distinguido, o en aislar lo que debe ser
    relacionado.


    7. Disyunción hecho-valor, objeto-sujeto

    Una de las disyunciones que caracteriza el pensamiento occidental
    moderno es la que se hace entre hecho y valor. Interesa lo fáctico,
    los hechos, pretendiendo que se puede andar en términos absolutamente
    objetivos de los hechos. No ya sin ninguna valoración subjetiva de los
    hechos, sino pretendiendo que podemos conocer unos hechos sin aportar,
    sin implicar de alguna manera algo de teoría. Como si estuvieran
    primero los hechos en bruto, el puro hecho, el puro factum, y luego
    entrara la teoría en un segundo momento. No es posible conocer ningún
    hecho si no hay un mínimo de soporte teórico que identifique cual es
    el hecho. Al menos un hecho hay que distinguirlo de otros, y el por
    donde seccionar un hecho de otro, cómo distinguirlo, cómo separarlo,
    supone algunos supuestos que nos llevan a identificar cual es el
    hecho, cómo lo distinguimos de otros, cómo no lo confundimos. Algo de
    teoría, algunos presupuestos aunque sean comunes a la cultura básica
    estamos siempre utilizando; el hecho puro no existe.

    El valor se tiene que distinguir, no podemos deducir los hechos de
    nuestras valoraciones, pero siempre se implican de algún modo, y hay
    que pensar la relación. Si se parte del supuesto de que no tienen nada
    que ver, y que la ciencia -el verdadero saber- trata de hechos y de
    ninguna manera de valores, nunca se planteará ese paradigma que hace
    el valor. Puesto que más bien el valor delimita la frontera misma de
    la ciencia, donde empiezan los valores está la subjetividad y ya no
    hay ciencia. El tema de la ética, por ejemplo, queda a la
    irracionalidad de cada individuo, no se puede tematizar racionalmente
    el problema de la ética según se saca como consecuencia de ese
    planteamiento. Es algo de la vida privada de cada uno, se abandona al
    dominio de la irracionalidad.

    El pensamiento por lo tanto requiere mucho cuidado, mucha cautela,
    no existe en ninguna parte una receta que nos asegure que lo estamos
    haciendo bien, sólo ciertas indicaciones, ciertos métodos, ciertas
    pautas que ayudan a cada uno a pensar por sí mismo, más como un arte,
    que como una técnica; entendiendo por técnica aplicación de algo que
    está bastante claro, unas herramientas, unos mecanismos... Tiene mucho
    de arte de estrategia; arte en sentido de creatividad, no basta la
    técnica, hace falta la chispa creadora. Lo que el artista hace en
    términos sensibles, el filósofo o el científico lo haría en términos
    teoréticos, en términos conceptuales, en términos racionales. No hay
    un modo, un cliché de como hacerlo, en este sentido hace falta arte.
    Para la ciencia y la filosofía hace falta un cierto arte, en sentido
    metafórico. Arte, habilidad, estrategia, conectado con la idea de
    trabajo artesanal en contraposición a trabajo industrial.



    8. Conclusiones: Racionalidad y racionalización

    Coloquialmente, es bastante común confuncir racionalización con racionalidad.
    La racionalización es un mal uso de la racionalidad.

    Para hacer un buen uso de la racionalidad, no basta ni que las ideas sean muy críticas, ni siquiera
    que parezcan muy racionales porque desde el psicoanálisis a la
    epistemología nos hacen ver que detrás de enunciados que parecen muy
    racionales se puede estar disfrazando algo, se puede estar ocultando.
    Racionalizaciones del yo, de la conciencia, esconden los verdaderos
    problemas que hay ahí detrás en el inconsciente -que diría un
    freudiano-.


    El pensamiento entonces tiene que irse haciendo complejo y crítico.
    La razón tiene que ir detectando las racionalizaciones. Hay que ir
    desmontando las racionalizaciones, aquellos planteamientos, aquellos
    discursos aparentemente racionales e incluso respaldados por los
    hechos, pero que o bien no tienen en cuenta todos los hechos o enfocan
    los hechos de manera unilateral. Hay que ir detectando las carencias
    de esos discursos racionalizadores, las ignorancias, las zonas
    oscuras, la inadecuación de los conceptos que están empleando, la
    insuficiencia del concepto de "hecho" completamente desvinculado del
    valor, la insuficiencia de un concepto de objetividad completamente
    desvinculado del sujeto.

    La racionalización tiene la apariencia de la racionalidad; pero
    excluye, rechaza hechos, no resiste la contrastación con todos los
    hechos que se tienen a la mano. Tiene sólo una coherencia interna pero
    no una correspondencia con los hechos. Tiene sólo la fachada de la
    racionalidad. Las teorías científicas que son superadas, que son
    abandonadas, fueron teorías que expresaban una racionalidad en un
    momento determinado y en un momento ulterior no representaron ya la
    racionalidad del conocimiento del mundo. Por ejemplo la teoría
    newtoniana de la ley de gravitación universal confrontada con los
    conocimientos actuales del universo no es ya una expresión de la
    racionalidad de la ciencia. Hoy día, si mantuviese alguien esa teoría
    estaría manteniendo una racionalización que excluye cantidad de
    fenómenos que se han detectado después. Ninguna teoría tiene un
    estatuto definitivo y un desarrollo acabado. La teoría de Einstein,
    que es el paradigma dominante hoy en día, pudiera en un futuro
    aparecer como una racionalización que excluía de su consideración
    otros objetos que habría llegado a comprobarse con respecto a la
    teoría del universo.







  2. Los siguientes 6 Usuarios agradecieron a nobody este mensaje:

    federicocarreta (26 abril 2014), jmm00044 (15 septiembre 2013), nevavariel (20 agosto 2014), wacarv ( 9 marzo 2014)

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