Je, je,, que poco vamos a debatir, estamos de acuerdo en todo!
EDITO: de todas formas he editado y eliminado algunas frases y expresiones que me parecen son poco correctas.
Aunque al citar mi texto en tu respuesta, ya se queda ahí.
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Última edición por nobody; 4 noviembre 2013 a las 09:30
Ensayo y error
Existe un viejo aforismo popular que reza: "La práctica hace al maestro". Y no es para menos. Como sabemos, en todo proceso de elaboración del conocimiento, a los hombres nos gusta tener la certeza de que dichos conocimientos son exactos, veraces y precisos; sin embargo, tal ideal no es tan fácil de concretar, porque, en primer lugar, las ciencias no son de la misma naturaleza, ni tienen iguales métodos de investigación. Y segundo, porque adquirir conocimientos, por lo regular, se traduce en un largo proceso, cuya concreción depende de múltiples factores.
Hace miles de años, a los hombres de entonces les resultó una tarea cuesta arriba la elaboración de las primeras formas de conocimientos, y las razones para ello son más que obvias, todo lo visto que para estos, les fue necesario comenzar a hacer sus primeras especulaciones sobre los fenómenos que observaban, sin que para ello contaran con algún bagaje previo. Así, es muy probable que la primera forma especulativa de conocimientos con los que el hombre contó para entonces fue, quizás, la religión. Pero el problema es que la religión se fundamenta en la fe más que en eso a lo que llamamos razón propiamente dicho; por lo tanto, al menos en aquellos lejanos tiempos, si alguien no entendía o no sabía cómo explicar la naturaleza de algún fenómeno, recurría o apelaba a sus creencias religiosas, argumentando que tales fenómemos estaban previstos por Dios o por cualquier deidad en la que creyere y que, por lo tanto, dichas explicaciones carecían de mayor importancia y, probablemente, salían sobrando. Sin embargo, siempre ha existido hombres a los que tales posturas no satisfacen, y se lanzan tras la búsqueda de la ansiada verdad y a culquier costo, la cual, como ya he dicho en múltiples ocasiones, no siempre es fácil encontrar, amén de las terribles consecuencias que otrora tal "atrevimiento" e inconformidad les produjo. Luego, siglos o quizás miles de años después, el hombre pasa a un estadio más avanzado de conocimientos, los cuales recoge o resume en eso que llamamos filosofía, la cual, hoy día, tiene características muy diferentes a aquella de tiempos atiguos.
Pero aquí hay una serie de cuestiones muy importantes a considerar: ¿qué certeza tenemos de la veracidad de los conocimientos con los que contamos? E igualmente, ¿existe un método para saber si son veraces? Dar respuesta a estas dos preguntas no es tarea fácil, dada la naturaleza de las diferentes ciencias que se encargan de estudiar la diversidad de fenómenos que nos rodean y afectan. Pero a pesar de ello, y por encima de ello, fue misión de hombres de ayer, lo es de los de hoy, y lo será de aquellos del mañana, intentar asirse de esa ansiada certeza, independientemente del grado de dificultad que se nos presente en el camino, porque precisamente esta es la misión fundamental de cualquier forma de conocimiento científico: la incansable búsqueda de la verdad.
Cuando se estudia un fenómeno en particular, muchas veces el hombre recurre a elaborar ciertas hipótesis de lo que observa, y si le interesa, intenta buscar alguna explicación para así comprender la naturaleza de lo que exita sus sentidos e imaginación, y es entonces cuando comienza a tejer un entramado de conjeturas tendientes a descubrir la esencia del fenómeno estudiado. Pero, ¿cómo saber si son ciertas las conclusiones a las que llegamos? Es evidente que esto dependerá de la complejidad del fenómeno estudiado, así como de las herramientas de las que dispongamos en ese momento.
Desde hace muchos siglos, ya fue cuestión de los antiguos filósofos la manera de establecer el conocimiento; sólo que en aquellos lejanos tiempos, era muy común la aplicación del llamado principio de autoridad. Pero además, justo es decir que para entonces, en verdad no había muchos conocimientos ni lo suficientemente prácticos, ni lo suficientemente teóricos como para validar tales conocimientos; luego, se recurría para aceptarlos a lo que cada uno de ellos entendía por razón, lo cual, por supuesto, no debió haber evitado que entre todos se suscitaran grandes controversias. Pero además, el otro gran meollo del problema lo constituía el someter a la práctica tales teorías (las que fueren posibles, por supuesto) para así poder validar tales creencias, elemento éste último algo complicado de concretar, todo lo visto que como ya he dicho, en aquellos tiempos, primaba mucho no sólo el famoso principio de autoridad, sino también lo que he llamado la imposición de la lógica aparente. Y no fue sino ya comenzando la edad moderna en la cual los nuevos filósofos y científicos les dan un vuelco a la manera de cómo llegar al conocimiento, entrando en vigencia el llamado Método Experimental, el cual tampoco dejó de acarrearle problemas a quienes se sirvieran de éste, cuado sus conclusiones se oponían a lo que la religión imperante en la época aceptaba como verdades universales e irrefutables.
De Galileo Galilei se dice que fue el padre del llamado Método Científico, el cual consiste en someter a la experimentación nuestras teorías, para tratar de determinar la validez de las mismas. Pero es sano aclarar también, que no fue éste famoso físico italiano el único que abordó la manera de llegar al conocimiento o a "la verdad científica", utilizando dicho método, sino que hubo otros que igualmente abordaron esta misma cuestión mucho antes que él; sin embargo, un punto y aparte que habría de atribuírsele a Galileo, fue el hecho de que planteó la necesidad de separar los métodos de búsqueda de la verdad, de la fe ciega y del llamado "principio de autoridad". Y entre los grandes científicos y pensadores que actuaron de igual manera ante la búsqueda del conocimiento estuvieron, por ejemplo: Bacon, Nicolás Copérnico, Kepler, Descartes, Leonardo Da Vinci, Pascal, Isaac Newton, Leibniz, y otros tantos. Ahora bien, ¿es siempre posible someter a la experimentación y a la práctica nuestras teorías e hipótesis, para así saber cuán validas son? Por supuesto que no siempre será fácil hacerlo, hasta que existan las condiciones adecuadas para ello. Por ejemplo: en la antigüedad se pensaba que la tierra, el agua, el fuego y el aire, eran elementos simples, y que, por lo tanto, todo cuanto existía estaba constituído por estas cuatro sustancias. Además, todas las especulaciones hechas a partir de tal creencia, se correspondía con lo que pensaban aquellos antiguos filósofos. Pero como ya sabemos, tales creencias eran completamente falsas, porque ni el agua, ni el aire, ni el fuego, ni mucho menos la tierra, son elementos simples, sino todo lo contrario. Luego, ¿dónde estuvo la falla en tales creencias? La razón es simple: aquellos antiguos filósofos manejaban un concepto de elemento muy distinto al que hoy se acepta; por lo tanto, partiendo de aquellas creencias, era lógico que sus teorías, hasta cierto punto, se "adecuaran" a dichas creencias. Pero resulta que con el correr del tiempo, se fueron presentando nuevos fenómenos, cuya naturaleza hacía sospechar a aquellos hombres de que "algo" no encajaba en las teorías hasta ese momento vigentes, y que, por lo tanto, estas debían ser revisadas y ajustadas, para así adaptarlas a las nuevas evidencias. Por lo tanto, la moraleja a extraer de todo esto es que no siempre se llega a una verdad científica por el hecho de que nuestras teorías se ajusten a los resultados que esperamos, pues, entre otras cosas, debemos estar conscientes de que estas "verdades", o se corresponden con alguna lógica aparente, o simplemente son circunstanciales.
Un caso, si se quiere, aleccionador, fue el concepto que una vez dio el físico inglés, Robert Boyle (1627-1691), sobre los elementos químicos. Éste los definió deciendo: "Un elemento químico es una sustancia simple que no procede de otra, y que tampoco podría convertirse en una nueva". Es decir, que dicha sustancia, bajo ninguna circunstancia podía ser descompuesta en otra diferente. Pues bien, no es difícil advertir que tal concepto encajaba muy bien y se correspondía con lo que "la lógica" de aquel entonces les indicaba a los científicos de la época. Sin embargo, tal concepto tuvo que ser descartado, una vez que se descubre que ciertas aleaciones pueden producir un elemento nuevo, y más aún, cuando los esposos Curie descubren la radiactividad, que como sabemos, es un proceso mediante el cual, los núcleos de ciertos elementos químicos emiten radiaciones y se descompone en otros elementos muy diferentes. Por lo tanto, y como puede fácilmente verse, aquel añejo concepto de Boyle, tuvo que ser desechado de inmediato, porque ya las nuevas evidencias científicas así lo indicaban.
Otro ejemplo a esgrimir para éste mismo caso, lo constituye el peso de los cuerpos. Como se sabe, aquí en La Tierra, todos los cuerpos pesan, y ya sabemos a qué se debe tal propiedad de la materia. Hace miles de años, ya el hombre se había percatado de que los cuerpos pesaban, aunque, por supuesto, ignoraba por qué razón estos tenían tal propiedad; pero sí advertían con facilidad, que cada cuerpo ofrecía un cierto grado de dificultad para ser izado del suelo, por ejemplo, y que de ser difícil mantenerlos en cierta posición, estos se precipitaban de inmediato hacia el suelo. Pero resulta que tal propiedad de la materia no existe en el espacio exterior; es decir, que los cuerpos sólo pesan en la tierra o en algún otro planeta en cuya proximidad o interior estén ubicados. Pero el problema es que hace siglos, saber las verdaderas causas del peso de los cuerpos no era sencillo, y fue necesario el advenimiento de Isaac Newton para que se diera inicio a una teoría más o menos adecuada sobre la naturaleza y propiedad de esta cualidad de la materia, la cual, por cierto, fue modificada después con las nuevas ideas del físico alemán Albert Eistein, en su famosa Teoría de la Relatividad.
Por ensayo y error entendemos el proceso mediante el cual el hombre hace pruebas de algunas que otras índoles, para así determinar la veracidad o, en su defecto, la funcionalidad de algún objeto o teoría. Éste recurso es muy utilizado en el mundo de la tecnología, para probar cuán funcional es algún nuevo invento. Así, poco a poco, y con el correr del tiempo, el hombre lleva a cabo experimentos y ensayos, para perfeccionar no sólo sus teorías sobre algo, sino también sus invenciones, hasta dejarlas lo más perfectas que les fueren posibles. Pero algo que es necesario aclarar con respecto al llamado ensayo y error, lo constituye el hecho de que entre ambos términos existe cierta inconveniencia, ya que ensayar alguna teoría o con cualquier elemento objeto de alguna investigación, no implica que de seguro se producirá algún error. Sin embargo, como ello ocurre así en la mayoría de los casos, salvo excepciones, se tiende a pensar que las probabilidades van a favor de que detrás de cualquier ensayo, podría haber un error, un resultado inesperado, o algo que no encaje con lo que se supone debería producirse.
Un buen ejemplo de lo que más arriba explico, lo constituye el proceso emprendido por el famoso inventor estadounidense, Tomas Alva Edison (1847-1931), cuando llevó a cabo aquel no menos famoso experimento que lo condujo a inventar la bombilla eléctrica; pues como sabemos, Edison experimentó con infinidad de tipos de filamentos, hasta descubrir cuál de todos tenía más durabilidad y resistencia al paso de la electricidad. Pero tal experimento le tomó un cierto tiempo, puesto que como es lógico suponer, la gran mayoría de sus ensayos fracasaban, porque sus filamentos no resistían lo suficiente. Y fue así que con el correr de los días, semanas y meses, logró por fin descubrir la sustancia más apropiada para que los bombillos fueran lo más funcionales posibles. ¡Y sí lo consiguió!...
Pero en líneas generales, se puede afirmar que todas las invenciones que hasta ahora ha realizado el hombre, han tenido que someterse a las pruebas del ensayo y el error, no sólo para determinar cuán funcionales son tales, sino también, y sobre todo, para perfeccionarlas. Y como ya he dicho, éste procedimiento es típico de la tecnología. Pero ahora cabría preguntarse: ¿y qué pasa en el campo de la ciencia pura? ¿Es posible someter cualquier teoría científica a la prueba del ensayo y el error, para así determinar su veracidad? Pues aquí las consas se complican mucho más, porque en líneas generales, no es lo mismo inventar algo y probar su funcionalidad e intentar perfeccionarlo, que hacerlo con alguna teoría netamente científica. Esto último, evidentemete es mucho más complicado de concretar y es muy probable que deba pasar décadas, centurias y quién sabe si hasta milenios para probar la certeza de dicha teoría en particular...
Un ejemplo que para estos fines me gusta hacer mención, lo es el caso de las llamadas ciencias sociales, y más específicamente, sobre el marxismo - leninismo; pues como sabemos, Marx fue uno de los hombres que más estudió el fenómeno social, porque lo abordó no sólo desde el punto de vista histórico, sino también desde el filosófico. Así, no se tardó mucho tiempo en hablar del llamado "Comunismo científico", teoría mediante la cual se afirmaba que los obreros y el hombre en general ya contaban con un conjunto teórico científico, lo suficientemente fuerte como para construir una nueva sociedad basada, dirigida y organizada con nuevas relaciones de producción: la sociedad comunista. Pero aquí surge una importante pregunta: ¿cómo saber que tales torías son ciertas? y lo que es más importante aún: ¿cómo ponerlas en práctica e implementarlas para así saber cuán funcionales y viables son? Esto es muy complicado, porque ya he dicho en algunos comentarios de éste y otros hilos, que no es lo mismo ensayar con algún objeto que hayamos inventado, que hacerlo con el hombre como colectividad social. Luego, poner en práctica las teorías de Marx y Lenin, por ejemplo, no es exactamente igual que ensayar con los filamentos de una bombilla, y no dudo que fue por ello que el mismo Marx una vez escribió "Que de la llamada Realidad Objetiva, la sociedad humana (Materia Social) era uno de los elementos más complejos para su estudio". Por lo tanto, esto ayuda aún más a reforzar la idea de que poner en práctica las teorías de ciertas ramas científicas, no siempre resultará fácil; sobre todo, cuando en dichas teorías está involucrado el hombre como ente social.
Hasta el presente, varios países han ensayado un modelo económico y de gobierno de corte socialista, alguno de los cuales, entre ellos, el más conspicuo y notorio de todos (la URSS), ya desapareció como tal. E igualmente, otros países como la antigua Alemania del Este y Rumania, en los cuales también se implementaron gobiernos de corte socialista, siguieron el mismo camino. Ahora bien, las causas para que tal fenómeno haya ocurrido, bien podrían ser discutibles, y las teorías para ello hoy día son múltiples. Pero además, observemos también que aquel primer ensayo del socialismo en la antigua URSS costó poco más de setenta años a este país; es decir, que se llevó tras de sí toda una generación de hombres y mujeres. Y si bien es verdad que la Rusia de hoy, al igual que todas aquellas repúblicas que otrora fueron componentes de la URSS, ya no son las mismas de 1917, hoy ya han vuelto a abrazar un modelo económico capitalista, aunque por supuesto, en circunstancias muy diferentes a las de hace décadas.
Luego, es inevitable que nos preguntemos qué ocurrirá con el otro gran coloso del mundo socialista: La China. ¿Podrá subsistir el socialismo en aquel gigante asiático? Desde hace décadas vengo escuchando que en China se practica de algún modo u otro una economía de mercado, aunque claro está, con ciertas características suigéneris. Por lo tanto, también sería inevitable suponer que a partir de ahora, en cualquier nación donde intentare implementarse un sistema de gobierno igual o parecido al socialimo, se tendrá que tener muy en cuenta las experiencias adquiridas y acumuladas no sólo en aquellas naciones socialista que todavía permanecen de pie, sino que también y de igual modo, deberán tomar en cuenta a aquellas que ayer fueron gigantes muy poderosas e influyentes y que hoy ya no existen como tales, porque al fin y al cabo, es un deber de la dirigencia política mundial, sin importar el signo político que defiendan, aprender no sólo de los que hoy permanecen, mal que bien en pie, sino también de los que ya cayeron...Y aquí se da, en el sentido más amplio y estricto de la palabra, eso que llamamos ensayo y error, aunque como ya he explicado, con un grado de dificultad muy alto...
Alexis.-
Última edición por Alexis; 6 noviembre 2013 a las 23:11