Todavía son muchas las viejas heridas que aún quedan por restañarse entre El Viejo y El Nuevo Mundo...Pero además, hay heridas del alma que tardan más en cicatrizar que las físicas, y aunque ambas a veces se combinan para liquidar física y emocionalmente aquellos que injustamente las han padecido, sus historias de martirio e inmolación , sin embargo, se convierte en abono que fertiliza la rebeldía de generaciones futuras. Nosotros formamos parte de esta generación de aquí y de allá, y es nuestro deber no permitir que estas cosas caigan en el olvido, la abulia y la desidia de nuestros pueblos...