Mi primer contacto con Jorge fue, como no podía ser de otra manera, en una discusión. Sin embargo, me llamó la atención el qué, a pesar de su obstinación, todo lo que argumentaba era sensato, coherente y de una educación exquisita, así que tocaba mandarle m.p agradeciéndole su forma de discutir.
Ese fue el primero de un largo intercambio de opiniones (la mayor parte de las veces enfrentadas) y que derivó en una amistad especial.
Que nadie se crea que has muerto Jorge, porque seguirás viviendo en el corazón de todos aquellos que tuvimos la fortuna de cruzarnos en tu camino. Algún día podré darte personalmente ese abrazo que nos dimos virtualmente tantas veces, aunque sé que tendré que guardar cola para poder hacerlo. Hasta siempre boludo. Hasta siempre hermano.