En los países que son repúblicas pasan cosas exactamente iguales a estas que refiere éste artículo. Sin embargo, y aunque el flagelo de la corrupción no se detiene, al menos, nuestros gobernantes no ocupan el cargo "por mandato divino" (o franquista), como en España, por ejemplo, sino que mal que bien son elegidos por las gentes, independientemente que nos equivoquemos o no. Pero insisto, que esto no resuelve para nada el sempiterno problema de la corrupción; Sin embargo, sí me consuela saber que juzgar a una flamante familia real no es exactamente igual que hacerlo con quienes han sido electos por votación popular...