Es indiscutible que la manipulación de la noticia con fines desestabilizadores, se ha vuelto no sólo una gran estafa pública, sino también una peligrosa arma política. Pero lo peor del caso es que lo que más sale perjudicado es el ejercicio del periodismo honesto y objetivo y, por consiguiente, la verdad de los hechos. Es una verdadera lástima y quizás la peor vergüenza para cualquier hombre con profundas convicciones democráticas. Pero esta es la realidad que hoy estamos viviendo en el mundo. Triste, pero cierto...