pleyade
26 mayo 2019, 17:00
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FICHA TÉCNICA
Formato: epub
Tamaño: 217 Kb
Host: Userscloud
Sinopsis:
—Ya puede usted pasar, señorita Mason.
Sylvia Mason miró a la bonita muchacha morena que se había dirigido a ella. Era la secretaria del famoso detective privado Abel Drummond, y, cuando había llegado Sylvia a visitar a éste, la morena le había pedido que esperase.
—Gracias —sonrió cortésmente a la secretaria del detective privado.
La secretaria fue hacia la puerta que separaba ambos despachos, la abrió y se colocó a un lado. Sylvia Mason entró entonces en el despacho de Abel Drummond, y, en el acto, miró hacia la mesa que había al fondo del despacho.
El hombre que estaba sentado tras la gran mesa se puso en pie, y Sylvia oyó su voz. Una voz amable, de tono profundo, viril… Una voz que agradó sobremanera a Sylvia Mason. Y también le agradaron sus palabras:
—Lamento haberla hecho esperar, señorita Mason, pero estaba realmente ocupado.
Me gusta atender en el acto a mis clientes o a mis posibles clientes, pero créame que no ha sido posible. Por favor, siéntese.
—No tiene que pedir disculpas, señor Drummond —dijo Sylvia acercándose a la mesa y comenzando a sentarse en uno de los sillones que había delante de ésta.
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—Ya puede usted pasar, señorita Mason.
Sylvia Mason miró a la bonita muchacha morena que se había dirigido a ella. Era la secretaria del famoso detective privado Abel Drummond, y, cuando había llegado Sylvia a visitar a éste, la morena le había pedido que esperase.
—Gracias —sonrió cortésmente a la secretaria del detective privado.
La secretaria fue hacia la puerta que separaba ambos despachos, la abrió y se colocó a un lado. Sylvia Mason entró entonces en el despacho de Abel Drummond, y, en el acto, miró hacia la mesa que había al fondo del despacho.
El hombre que estaba sentado tras la gran mesa se puso en pie, y Sylvia oyó su voz. Una voz amable, de tono profundo, viril… Una voz que agradó sobremanera a Sylvia Mason. Y también le agradaron sus palabras:
—Lamento haberla hecho esperar, señorita Mason, pero estaba realmente ocupado.
Me gusta atender en el acto a mis clientes o a mis posibles clientes, pero créame que no ha sido posible. Por favor, siéntese.
—No tiene que pedir disculpas, señor Drummond —dijo Sylvia acercándose a la mesa y comenzando a sentarse en uno de los sillones que había delante de ésta.
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