Besos Frutales
I
Estoy sentado
sobre el pasto
de color verde agudo.
Me llega el viento,
la canción repentina de un pájaro;
sobre mi labios: el peso del mundo.
Siento la caricia
impúber de un durazno,
la melena dorada
de los mangos.
Y así despierto
y sobre la yerba me
vuelvo un baño de rocío.
II
Un reguero de mis besos,
besos apretados,
fue cubriendo el suelo
fértil de tu cuerpo.
Moras y frambuesas,
pequeñas chispas que
van saltando sobre los potreros.
Mis besos ahora corren,
buscan colmarte como
plantas rastreras.
III
Manzana:
par de labios voluptuosos
que explotan carmesíes
en las ramas de los árboles.
Todo lo quiero:
el metal de tu piel enrojecida,
el marfil de tu pulpa
lustrando el marfil de mis molares
y tu alma jugosa
que anega el paladar, sin darnos cuenta.
Y todo lo he dado:
soy un Adán sobándose la herida,
queriendo entender como esa rara sensación,
traerá al Edén la primavera.
IV
Naranja agria,
limas y limones;
ácido de las mandarinas
que con su color, alertan.
Los cítricos son besos malos,
besos críticos,
besos que blanquean
la materia gris de los cerebros.
Besos que a pesar de todo,
nos cunden del deseo voraz
de corregirlos.
V
La sangre granular de las granadas,
la amenaza de las piñas, sus puñales
y hasta el oro imperialista del banano.
A la miel de tu fragancia
solo le ha faltado el brillo,
el brillo delicado de lo hermoso.
Citar
