Y en plena oscuridad, se encendió una luz, Carlos estaba en el hospital, Yuri palidecía, habían pasado 8 días de ayuno y nuestros cuerpos estaban agotados.
Los ácidos gástricos caían laceraban nuestros estómagos, causando estragos en nuestra ya maltrecha salud, pero no había otro camino que llegar hasta el final, la corrupción no podía ganar, la sangre de los caídos por una universidad libre, demócrata así lo exigía.
¿Cederían las autoridades?, es lo que todos nos preguntábamos aquel lunes, todo indicaba que no, estaban dispuestos a pagar el costo que fuera, para silenciarnos de una vez por todas.
Solo un pequeño grupo de profesores y alguna que otra autoridad alzaba su voz, sin embargo nuestros compañeros, lo estudiantes, nos apoyaron con todo, hasta que la presión creció, y no les quedo otra, nos llegó la noticia, había anulados las ilegales expulsiones que pesaban sobre nosotros, habíamos triunfado.
A la libertad por la universidad.