¿Hasta dónde llegará el mundo? Vieja pregunta con infinidad de respuestas. Las fronteras del mundo de Rosa se encontraban próximas, siempre próximas. Tenía entre esos estrechos límites todo lo que necesitaba, la garantía de una vida sin sobresaltos.
Así vivió durante muchos años, convencida de que los días apacibles que transcurrían, sin dolor, plenos de bondad, hacían que su felicidad fuera completa.
Se cortaron los cordones de rosas que la sostenían, los muros encantadoramente decorados que la rodeaban se cayeron, todavía no sabe cómo. Sus ojos se hicieron grandes contemplando la extensión de este nuevo mundo, mucho menos prolijo, mucho más cambiante.
Pasos inseguros pero curiosos siguieron luego. Descubrió un mundo inacabable, una vida donde lágrimas y risas eran la pócima para hacer crecer su corazón. Sus ojos siguieron siempre grandes.