Será mejor que te lo diga de una vez... La primera ocasión en que esos ojitos se abrieron,
no fue a mí ni a tu padre a quien viste. Otra mujer fue la que te enredó en primicia en sus brazos
y te amamantó y cuidó por meses. Pero lamentablemente ella ya no existe. Durante un larguísimo
año una fatídica enfermedad la fue consumiendo hasta apagarla un 20 de Septiembre. Sin familia,
sin nadie a quien dejarte a cargo, optó por entregarte dos meses antes de su desaparición a un
Convento Salesiano cercano. Un párroco del pueblo, nos comentó la situación y no dudamos en
acercarnos al Convento y adoptarte, te necesitábamos tanto como tú a nosotros. Espero tu
perdón hija mía. Ahora la que se consume soy yo.