Lamento andar medio ausente últimamente. Ya llegarán tiempos de compartir un poco más por estos lados...
Fue un duro momento para Esteban, eso estaba claro. Huyó alejándose pronto de esas miradas lapidarias.
Ariel lo buscó durante horas, hasta que recordó aquel lugar solitario donde alguna vez se encontraron. Subió las escaleras deprisa temiendo por las decisiones que Esteban pudiera tomar.
Su corazón agitado se sintió aliviado cuando lo descubrió ahí sentado. Se acercó. Lo abrazó. Observó su rostro marcado por los ríos que corrían silenciosos a través de sus mejillas. Ariel trató de consolarlo pero él lo detuvo. Lo miró largamente y por fin alcanzó a decir: “No me avergüenzo de lo que soy, son ellos lo que deben preguntarse por sí mismos. No lloro de pena, lloro de emoción. Ya es momento de echar un poco de luz. Se rompieron los barrotes de la celda. Difícil pero firme llega la libertad.”