Para Pablo
Rugiendo embravecido escuchaste la terrible noticia. Un pinocho asesino había derrocado a tu querido amigo Salvador.
Algo hizo crisis en tu alma. La dulce Matilde te recogió en sus brazos y gentilmente te ayudó a recostarte en esa cama desde la cual, poeta al fin, mirabas tu mar por los ventanales mientras retozabas con la risa de tu amada, desconocido Capitán de verso florido.
Te llevaron al Santiago de tu juventud bohemia intentando salvar esa vida fugitiva de tu pecho, acompañando a tu pueblo masacrado.
¿O intentando asesinarte? ….. muchas voces hoy lo sospechan y pretenden turbar tu descanso final para indagar si recibiste en esa famosa clínica salud o infamia.
Reposa tranquilo. Ella duerme a tu lado. En el jardín de tu Isla Negra, frente al Pacífico rumoroso, vivirán su eternidad soñando con el caldillo de congrio, la Libertad y el Amor por los siglos de los siglos.