Muchas son las dimensiones en que esta obra se expande. Así, el de la Triste Figura, encuentra situaciones reales e imaginarias, físicas y metafísicas, lógicas; pero a la vez ilógicas. Es una metáfora de metáforas, es un espejo solo de sí mismo y que aún así, logra reflejarnos a muchos de nosotros.
Por argumentos, no nos quedamos: el Quijote tiene de todo y me atrevo a pensar que es debido a esta especial característica, que la obra ha logrado atraer a muchos y que nos seguirá atrayendo, retando, llevando y trayendo a sus múltiples caras y sus múltiples vistas. Estrellas, múltiples en la noche oscura; todos los brillos del Quijote resaltan sobre su misterio.
La obra es un texto encumbrado en el nada despreciable sitial de los "Clásicos" o; más apetecible todavía, los "Imprescindibles". Y por ello vendrán generaciones y generaciones hasta este lugar de La Mancha, cuyo nombre es de fácil olvido y sería interesante; que estas generaciones se animen a pasar dos o tres veces por este sendero y ver cómo acaban siempre en distinto punto. ¿Qué andanzas realizará entonces el Ingenioso Hidalgo? Considero que tantas como Sanchos, Dulcineas y Molinos existan de aquí hacia el futuro.
Saludos y muchísimos abrazos.