Lo que me apetece en este momento es desaparecer para siempre. Que las llamas
del crematorio consuman mis problemas, angustias, mis llantos y penas. Que el polvo
y el humo que creen mis cenizas vague errante por el mundo, que logre ver todo lo que
yo no pude. Que mi alma, libre por fin, acompañe siempre a la gente que quiero,
y también, que logre conocer a todos quienes me dieron tanto desde tan lejos.
Anhelo terminar con este sufrimiento, con el castigo que es mi existencia. Y no solo
por mi, sino por todos aquellos a los que hice tanto daño sin quererlo.
Para lograr así, la verdadera FELICIDAD.