¿Alguien dudaba de que sería nuevamente el primero en acudir?
En teoría, el único riesgo lo corría al recorrer zonas censuradas, lugares reservados y presuntamente terribles si me encontraban infraganti.
Me previnieron contra este trabajo, pero nunca quise escuchar los cacareos de quienes se asustan hasta del miedo. El destino de un hombre, para gente tan precavida, es sólo hambre y miseria en épocas marcadas por la crisis del aparato productivo nacional.
Pero los desesperados no sucumbimos a terrores infantiles ……. no tememos sombras ni bultos que se menean ……. y, ante quienes prohíben, arriesgamos lo que sea …….
Supuestamente, sería razonable repudiar nuestra labor, sin comprender su importancia para quienes tanto sufrirían sin nosotros. Pero es moralina barata. Tenemos derecho a sobrevivir, a trabajar para la felicidad de mucha gente, a prestar un servicio social.
Así que acepté desafiar riesgos y desocupación conjuntamente.
Mi clientela agradecería mi pericia y tacto. Y me cuidaría.
Que sus maridos abandonantes chillen y ellas gocen los beneficios.
Soy el mejor taxi-boy ………