Felicitaciones a D H R Y L I A... se me hace más fácil escribirlo así. Ahora seguimos porque seguimos.
Ella despertó en mí el más básico de mis instintos, el deseo por poseerla y esto implicaba que dormirían mis sentidos como faros, mis razones salvavidas y mi encumbrada -casi soberbia- manera de ser siempre fiel a lo que pienso.
Allí estaba: yaciente, callada y lívida. Sin dudas. Su cuerpo era una imagen venida de los cielos, un perfume sólido. De áspera textura, por todas las manos que alguna vez la recorrieron; al sentirme todavía recordó cómo agitarse, cual virgen nerviosa. Mi mano simple, mi sola mirada, se sentían cómplices de un terrible pecado inconfesable.
Turbado, confundido y ya demasiado culpable para alegar inocencia; tomé la daga oscura y rígida y de un golpe certero sobre su cuerpo, comencé a escribir furiosamente algo como esto:
Amada mía,
escribo sobre esta hoja en blanco
y siento a la vez como si te tuviera
y como si con ella te engañara…
149 palabras.