- Gracias, ha sido un buen viaje. Lo único que no me gusta son las azafatas.
Los milicos no tienen mucho sentido del humor. El puntapié lo dobló en dos pero alcanzó a farfullar, aclarando:
- ¿Ven? … eso es lo que digo.
Lo dejaron por imposible.
Los demás temblaban, sin saber si estaban siendo llevados a un vuelo de la muerte y caerían bajo un cielo plomizo hacia la nada o el avión tendría un destino de cárcel, pero viviente.
Él, libre en su interior de pobre carne vapuleada, todavía desafiaba a sus raptores y erguía su espíritu frente a la desgracia sin rendirse. Su ejemplo dio valor a todos.
Les tocó la prisión y no la caída sin parapente. Por eso pudo contarse mil veces la anécdota que lo hizo famoso.
Nunca fue más Hombre que en aquel instante. Y sus compañeros, todavía hoy se lo agradecen.
142 palabras.
NOTA: no aspiro a ganar esta etapa del concurso sino a rendir un homenaje. La historia es absolutamente real y ocurrió durante la represión en la Argentina.
Su protagonista es un amigo que murió hace unas semanas, siempre idéntico a si mismo en su fuerza e ideales: Daniel “Chango” Illanes era su nombre.
Hasta la Victoria siempre, Compañero.