Diógenes
Debajo del cielo, encima del mundo. Así andaba aquel viejo y sabio maestro enseñando su doctrina a todos aquellos que quisieran oírle. Vagabundo y asceta por convicción, tenía por hogar desvencijada tinaja, la tierra su lecho, y el cielo por techo. Siempre escoltado por su único y fiel compañero, un perro de quien alguna vez dijo: "No era su amo, sino su amigo". Para él, virtud e inopia eran una misma cosa, por lo que siempre se sirvió de ella.
Se enorgullecía de ser comparado con los perros, a los que estimaba por su lealtad y grandes virtudes. ¿Quizás porque estos no exigen más de lo que necesitan para vivir en libertad y sin tantos aspavientos? ¿Encontraría alguna vez con su lámpara al hombre honesto?...¡Lo dudo...pero quién sabe!.. (*)
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