- Gracias, ha sido un buen viaje.
Su sonrisa subrayaba palabras que un jadeo entrecortado permitía apenas adivinar.
Había sido un maravilloso recorrido por la existencia y, a punto de separarnos, quería decirlo, gritarlo a los cuatro vientos para no dejarme abandonado en tristeza, ignorancia o culpa alguna.
- Con nadie hubiera viajado como contigo, repuse.
- ¿En serio? ….. ¿no extrañaste …..?
- Nada había para extrañar. Estuviste siempre conmigo. Me hiciste feliz, contesté apretando su trémula mano.
Creo que no escuchó más. Suspiró y se fue. Contenta por lo logrado.
Ayer la enterramos. Hoy quedé solo para siempre en el recorrido que me quede. Acompañado por su recuerdo será menos dura la soledad.
Duerme tranquila, mujer. Tu hombre vivirá soñando con el reencuentro y un día volaremos entre las nubes vaporosas de un amor que nunca morirá.
Juntos hasta el infinito, por sobre la vida, la enfermedad y la muerte.
145 palabras.