Ya que nadie empieza, lo haré yo ....... y, como corresponde, les contaré una historia de piratas:
Y en plena oscuridad, se encendió una luz. Era la señal.
Avanzamos en la noche, sin ver nuestras narices. Tropezando, pues no sabíamos dónde íbamos, como teníamos intención.
Cuando un filibustero entierra un tesoro, quienes hicieron el trabajo deben morir, para que sólo el Capitán conozca el emplazamiento secreto. Quienes cargaban los cofres repletos de joyas no lo conocerían y sólo iría al otro mundo quien cavó el pozo.
¡Eso es piratería humanitaria!
Llegamos persiguiendo la luz y saludamos al desdichado, que no imaginaba su destino. Y una vez depositados los tesoros, mi afilada cuchilla desgarró su yugular para salvaguardar lo que sólo los dos sabíamos: la ubicación exacta.
Fue enterrado rodeado de riquezas, como un faraón ……… y emprendimos la vuelta doloridos por la ausencia del compañero.
Sólo el Contramaestre Herr se me acercó.
- “¡CapitanBlood, sos un animal! …….. ¿te parece matar un tipo para ocultar dónde pusiste tus mp3? ……… ya parecés una discográfica ………”