Cariño, esto no es lo que parece, puedo explicartelo.
El cruce de miradas lo decia todo y para ello sobraban las palabras, bastaba solo con gestos y expresiones de sorpresa mayúscula. El tercero en discordia se limitaba a cubrirse con la sábana hasta la cabeza. La vergüenza le dejaba al margen de la inminente tormenta emocional.
El silencio permanecia eterno hasta que, como todo gran jugador de poquer, fiel devoto de su propia suerte, enseña sus cartas:
Mi amor no hace falta que me expliques. De repente, en escena entra una cuarta persona saludando tímidamente despues de ser anunciada por el.
Mi secretaria y yo tenemos que terminar un asunto pendiente, decia con media sonrisa.
Por cierto, Luis, en el cajón de la mesita tienes tabaco si quieres.
En la cabeza de Luis se agolpaban las dudas, ¿pero si no fuma como es que tiene...? ¿y como sabe que yo siempre fumo despues de ...?