“Lo que me apetece en este momento es poder meterme en tus sueños”, pensé mientras dormías.
Me quedé largo tiempo observándote. Tus cabellos despeinados por la almohada, el semblante tranquilo, tus muecas bosquejando una sonrisa de tanto en tanto.
Mirar tu cuerpo en reposo me estremeció por unos instantes. Dentro mío reviví ese largo día que antecedió a tu sueño: tus brazos rodeando mi cuello, tu acelerado ir y venir de un lado a otro sin descanso, tus juegos, tus caprichos, alguna rabieta, tus ojitos clavados en los míos.
Me emociono. No puedo creer verte tan grande. Mi corazón se ensancha de felicidad al contemplarte. Una lágrima resbala por mi mejilla y se mete en tus sueños.