Con la mirada fija en el infinito, perpleja y absorta en sus pensamientos, parecía no darse cuenta de que el mundo seguía girando en torno a ella. El tesón, la disciplina y las lecciones de moral, se esfumaron en un segundo.
Que fácil había sido llegar a ese punto. Tan solo unas bellas palabras susurradas certeramente en sus oídos y unas breves pero intensas caricias, estrategicamente calculadas, para hacerle perder la voluntad impuesta por tantas advertencias.
Que estupida, ¿como pudo retenerse, durante tanto tiempo?
Había dejado perder su juventud en falsas moralinas.
Aun notaba la presión dentro de su cuerpo, aun olía a el.......y eso la tenía excitada. Sintiéndose libre por primera vez, le miro y el reflejo de sus ojos le advirtió de nuevas experiencias tanto o más placenteras que las últimas. Estaba dispuesta a más.