Con la mirada fija en el infinito esperaba tontamente que volvieras.
Dicen que las hembras suelen hacerlo. Los machos, en cambio, no recuerdan la casa y se largan buscando otras aventuras.
¿Serán tontos o, en realidad, no les gustará ser propiedad de nadie? Cuestión que podrán resolver los entendidos, pero bastante lejos de mis posibilidades.
Lo que no dudo es que poco te conmueve el llanto de mis hijos. Y tampoco tendríamos asegurada tu vuelta si los cachorros fueran tuyos.
Me lo habían dicho, pero no solemos escuchar hasta que la realidad nos golpea y ya es tarde. ¿Qué les diré ahora a los chicos?
Cuando fui a comprarles su mascota, el veterinario explicó que los perros no son hogareños. Que eligiera una perra, seguro de que no se pierden y siempre vuelven.
Ahora me toca soportar culposo los llantos infantiles, por no hacer caso a los que saben.