Si no creyera en la locura, mi vida ya no tendría sentido.
Me dijeron loco cuando abandoné la universidad para militar en las filas de los soñadores, de los forjadores de sueños.
Perdí batallas, perdí amigos, pero continué lleno de sueños y de esperanzas, siempre firme, lleno de amor por mi pueblo.
Desperté cada día creyendo firmemente en un futuro mejor para todos, con igualdad de oportunidades, sin imperios, sin clases sociales y políticas, sin hambre.
Si no creyera en la locura, les aseguro que a día de hoy no seguirían esos sueños y esperanzas tan fuertes como el primer día.